10 may 2019

El dicho es:"no hay mal que por bien no venga",sigo las leyendas.




Erase una vez un granjero cuya mayor posesión en la vida era un caballo con el que labraba la tierra. Un día, el anciano olvidó cerrar las puertas del establo y el caballo escapó hacia la montaña. Los vecinos del granjero acudieron a consolarlo:
—¡Qué mala suerte tienes! Has perdido tu caballo en pleno tiempo de cosecha—le dijeron—. Quedarás en la ruina.
El granjero respondió:
—¿Buena suerte? ¿Mala suerte? ¡Quién sabe!
Una semana después, el caballo regresó de la montaña con una manada de caballos salvajes. Los vecinos felicitaron al granjero por su buena suerte. Pero su respuesta fue la misma:
—¿Buena suerte? ¿Mala suerte? ¡Quién sabe!
A los pocos días, cuando el hijo del granjero intentó domesticar a uno de los caballos salvajes, cayó de él y se rompió una pierna. Los vecinos del granjero acudieron a consolarlo:
—¡Qué mala suerte tienes! —le dijeron—. Ahora sí que quedarás en la ruina sin tener quien te ayude a cosechar.
La respuesta del granjero no cambió:
—¿Buena suerte? ¿Mala suerte? ¡Quién sabe!
Algunas semanas después, el ejército del emperador llegó a la aldea y reclutó a todos los jóvenes para la guerra. Sólo dejaron atrás al hijo del granjero; por tener la pierna rota no era apto para el servicio.
Pronto llegaron los vecinos y entre lágrimas, dijeron:
— Tu hijo es el único que no ha sido enviado a la guerra. Qué buena suerte tienes.
Y tú, ¿qué crees que respondió el granjero?
—¿Buena suerte? ¿Mala suerte? ¡Quién sabe!

8 may 2019

Leyenda.




Esta leyenda corta proviene de China, en donde es muy popular. Cuenta la historia que una joven contrajo matrimonio y se fue a vivir a casa de su esposo, en donde aún habitaba la madre de este. Es tradición en la cultura de aquel país, que las nueras cuiden de sus suegras como si fueran sus propias madres y así mismo, tienen la obligación de obedecer en todo lo que ellas les indiquen.
Sin embargo, para la protagonista de esta leyenda cada vez resultaba más difícil hacerlo. Constantemente ambas tenían enfrentamientos y en la casa, no había un solo día de tranquilidad para la familia.
Fue por eso que la joven se dirigió a ver a un amigo de su padre, el cual le obsequió unas hierbas, advirtiéndole que debía colocarlas en el té de su suegra para irla envenenando lentamente. También le aconsejo tratarla con amabilidad, para que nadie pudiera sospechar de ella.
Dicho y hecho, la muchacha comenzó a preparar un té especial para la madre de su marido, al tiempo que comenzaba a comportarse de manera diferente con ella, escuchándola y atendiéndola en todo cuanto necesitaba.
Con el tiempo, ambas se volvieron grandes amigas y las discusiones cesaron. Ahora se trataban con cordialidad y llevaban una relación de madre e hija, por lo que la joven esposa empezó a sentir arrepentimiento de sus propósitos iniciales. Y fue así como nuevamente acudió a hablar con el hombre que le había dado las mágicas hierbas.
Él tan solo sonrió diciéndole lo siguiente:
-No tienes nada de que preocuparte. En realidad esas hierbas no tienen ningún poder. Deje que pensaras lo contrario, para que te acostumbraras a amar a tu suegra y pudieras recibir amor a cambio. El único veneno era el que existía en su relación, antes de empezar a conocerse.
Fiaris por decisión propia bloguera por casualidad.