Cada persona es dueña de su silencio y esclava de sus palabras
En este refrán, la sabiduría popular ha captado una de las realidades más patentes de la experiencia humana. Una persona que habla demasiado, sea por chismosa o sea porque revela más información de la necesaria, sufre las consecuencias de su imprudencia. En cambio, quien sabe ser discreto, tiene el control de su situación personal y no se mete en problemas innecesarios. Una variación de este dicho reza: "Uno es dueño de lo que calla y esclavo de lo que dice".