Ideal para estos momentos en Uruguay.
Las ranas vivían en el caos y la anarquía, y estaban cansadas de esta situación. Así que mandaron una delegación para pedirle a Zeus, el rey de los dioses, que les enviara un rey.
Zeus, atendiendo su petición, les envió un grueso leño a su charca.
Las ranas se asustaron con el ruido que hizo el leño al caer, y se escondieron entre ramas y piedras. Por fin, al darse cuenta de que el leño no se movía, fueron saliendo de sus escondites. Poco a poco, dada la quietud que reinaba, las ranas comenzaron a despreciar al nuevo rey, brincando sobre él y sentándosele encima, burlándose continuamente.
Al poco se sintieron humilladas por tener un simple leño como monarca, y volvieron a ver a Zeus, pidiéndole que les cambiara al rey, porque éste era demasiado tranquilo.
Entonces Zeus, indignado, les mandó una serpiente de agua muy activa y movediza que, una a una, las atrapó y devoró sin compasión.
La moraleja de la fábula
A la hora de elegir los gobernantes, es mejor escoger a uno sencillo y honesto, en vez de a uno muy emprendedor pero malvado o corrupto.