22 sept 2022

Reflexión.




 Una chica muy arrogante esperaba su vuelo en la sala de un gran aeropuerto, como debía esperar un largo rato, decidió comprar un libro y también galletas; se sentó, para poder descansar y leer en paz.

En el asiento de al lado se sentó una señora ya de edad poco avanzada, que abrió una revista y empezó a leer, entre ellas quedó un paquete de galletas, cuando la chica cogió la primera galleta, la señora también tomó una. La chica se sintió indignada, pero no dijo nada. Solo pensó: \"¡Qué descarada esta vieja; si yo fuera más valiente, le diría un par de cosas y hasta le podría insultar!\".
Cada vez que ella cogía una galleta, la señora también tomaba una, aquello le indignaba tanto a la chica, que no conseguía concentrarse ni reaccionar.
Cuando quedaba una sola galleta pensó: \"¿qué hará ahora esta vieja aprovechada?\".
Entonces, la señora partió la última galleta y con una media sonrisa en su rostro, sin decirle nada a la chica, dejó media galleta para ella.
¡Ah no! ¡Aquello le pareció demasiado! La chica se enfureció, se molestó, quedó muy indignada con tal situación, tomó la media galleta, no aguantó más y la tiró a los pies de la anciana diciendo: “vieja descarada, se ve que tiene hambre, eso es lo que usted es…una descarada”. La señora la escuchó, agachó la cabeza y no respondió nada.
Se levantaron las dos y cada quien se dirigió a su propio sector de embarque, ya que tenían distintos vuelos y se dirigían, obviamente, a diferentes destinos. Mientras caminaba a su sector de embarque, muy indignada, la chica resoplaba la enorme rabia que llevaba. Cerró su libro, tomó sus cosas y se dirigió a abordar. Cuando se sentó en el interior del avión, miró dentro del bolso y para su sorpresa, allí estaba su paquete de galletas... intacto y cerrado.
¡Sintió tanta vergüenza! Que se le caía la cara y le dio tanto sentimiento con aquella señora que hasta lloró. Sólo entonces se dio cuenta de lo equivocada que estaba. ¡Había olvidado que sus galletas estaban guardadas dentro de su bolso!
La señora había compartido todas sus galletitas con ella, y sin sentirse indignada, nerviosa, consternada o alterada. Y ya no estaba a tiempo ni tenía posibilidades para dar explicaciones o pedir disculpas.
Pero sí para razonar: ¿cuántas veces en nuestra vida sacamos conclusiones cuando debiéramos observar mejor?
¿Cuántas cosas no son exactamente como pensamos acerca de las personas?
Y recordó que existen cuatro cosas en la vida que no se recuperan:
Una piedra, después de haber sido lanzada.
Una palabra, después de haberla dicho.
Una oportunidad, después de haberla perdido.
El tiempo, después de haber pasado.
MEDITEMOS ANTES DE ACTUAR Y OFENDER.
ANTES DE FORMARTE UN JUICIO DE AQUELLO, ASEGÚRATE BIEN, NO VAYA HACER QUE DAÑES A ALGUIEN INMERECIDAMENTE, QUE QUEDES EN RIDÍCULO, TE ARREPIENTAS Y YA SEA DEMASIADO TARDE.
Autor desconocido.

14 comentarios:

  1. Creo que ya la había leído alguna vez. Es buenísima.
    Besos.

    ResponderEliminar
  2. Buena reflexion. A veces es mas facil juzgar y ofender que meditar loq ue hacemos. Te mando un beso.

    ResponderEliminar
  3. Gracias, Fiaris. Es muy buena historia para siempre recordarla.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  4. Magnifica moraleja, me alegro haberla leído. ¡Cuántas cosas podríamos hacer bien y sin faltar a nadie!
    Por fin puedo comentar, Fiaris, bkoguuer me fastidia y mucho.
    Te dejo un fuerte abrazo.

    ResponderEliminar
  5. Metedura de pata de la chica y gran actitud de "la vieja", por cierto que no me gusta esta palabra ¿es vieja esta señora que viaja sola por un gran aeropuerto, que lee y que tiene esa manera de actuar?, desde luego no, será mayor, pero no vieja.

    Saludos

    ResponderEliminar
  6. He recordado este ejemplo y lo considero de lo más útil. Aunque no siempre aprendemos a callar antes de lanzar un improperio inadecuado.
    Gracias.

    ResponderEliminar
  7. generalmente el que juzga es que no piensa. Por muchas veces que lo leamos siempre merece la pena, Abrazos

    ResponderEliminar
  8. A veces es mejor callar por si acaso. Un beso

    ResponderEliminar
  9. Es muy buena esta historia.
    Me ha gustado.

    ResponderEliminar
  10. Esperemos que la enseñanza le sirviera para toda su vida, feliz otoño

    ResponderEliminar
  11. Si, juzgamos enseguida, sin pensar antes que podemos estar equivocados. La chica recibió una gran lección, porque la señora compartió gustosamente sus galletas y no se enfadó. Asi ocurren muchas cosas en la vida, no sólo juzgamos equivocadamente, sino que no sabemos agradecer tantas cosas, que nos sirven y utilizamos y son un regalo constante.
    Mi abrazo agradecido por tus buenos posts, Fiaris.

    ResponderEliminar
  12. Pensar antes de juzgar, pensar antes de actuar, cuántas veces lo olvidamos!!!
    Un abrazo :)

    ResponderEliminar
  13. ¡Qué tremenda reflexión, Fiaris! y qué vergüenza para la chica, en cambio la señora demostró una gran humildad. Gracias por compartir tan grande enseñanza. Un abrazo.

    ResponderEliminar

Tus comentarios me importan mucho gracias por dejarlos

Fiaris por decisión propia bloguera por casualidad.