Un día, Hodia se moría de ganas por comer una fruta, así que se escabulló en una huerta, trepó a un árbol y comenzó a comer toda la fruta que alcanzaba. Al poco rato, el dueño apareció y le preguntó enojado:
—¿Qué haces allí arriba?
Hodia, tratando de librarse, le contestó dulcemente:
—Oh, señor, soy un ruiseñor y sólo estoy aquí cantando.
Al hombre le pareció gracioso y rió, diciendo:
—Así que eres un ruiseñor, eh. Entonces déjame oír tu canto.
Hodia comenzó a hacer muecas y sonidos extraños.
El dueño reía a carcajadas y dijo:
—Hombre, ¿qué clase de canto es ése? Nunca había escuchado a un ruiseñor cantar así. Hodia contestó:
—Bueno, así es como canta un ruiseñor sin experiencia.
Hermoso ruiseñor jovencito, con muy buena respuesta, jajaja.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, Fiaris!
Le hizo reír para compensarle por la fruta. No es poco.
ResponderEliminarUn abrazo.
¡¡Para que pregunta!!, la respuesta es magnífica.
ResponderEliminarSaludos
Hola Fiaris, me ha encantado este cuento, menos mal que el dueño se lo tomo a bien.
ResponderEliminarBesos.
¡Ay, lo que vale la experiencia!
ResponderEliminarMil besos.
Me encanta ese ruiseñor.
ResponderEliminarFeliz comienzo de semana Fiaris.
Bien sincero fue!!!
ResponderEliminar;)))
Besos.
Un pájaro listo, que aprovechó el momento y supo contestar para ganarse la simpatía del dueño, sin duda...
ResponderEliminarEspero que todo vaya bien, Fiaris...Por aquí mucho calor de verano, amiga.
Mi abrazo entrañable y felices días de julio.