Un hombre de mediana edad, cuyo pelo empezaba ya a mostrar bastantes canas, decidió que ya era hora de casarse. Tenía este hombre una gran fortuna, y todos lo sabían en aquella pequeña aldea. Así que interesadas no le faltaron en cuanto se corrió la voz de que buscaba mujer para compartir sus bienes.
Sin embargo, el hombre de mediana edad solo veía interés en todas ellas, y rechazaba una y otra a diario. Hasta que conoció a dos mujeres, dos viudas, que parecían, a simple vista, que su fin no era otro que ofrecer cariño.
Una de estas mujeres era muy joven. Fresca y lozana y muy dulce en el trato. La otra, mucho más mayor, era casi anciana, pero había aprendido a reparar muy bien las ‘taras’ que dejan los años, y lucía radiante igualmente.
Las dos se pasaban el día adulando al buen hombre y ofreciendo cariño. Pero cuando la mujer más joven estaba con él, y acariciaba su pelo, iba arrancando una a una las canas, para que él pareciera más joven. Sin embargo, cuando estaba con la mujer más mayor, le arrancaba sus pelos más oscuros, para que se pareciera más a ella, que ya tenía el pelo blanco.
Y entre una y otra, al final le dejaron calvo. Fue entonces cuando se dio cuenta del error que estaba a punto de cometer, y sin más, anunció a las dos que no se casaría con ninguna.
Moraleja: «No te fíes de las apariencias, ni dejes que otros quieran gobernarte»
¡Hola! Me ha encantado y me ha parecido una curiosa historia, además de divertida para contar. Gracias por compartirla. Un saludo.
ResponderEliminarHay quien por amor pierden la cabeza, este solo perdió el pelo. Buena moraleja. Abrazos
ResponderEliminarBuen relato, pobre hombre le dejaron calvo. Las personas te deben aceptar como eres y no tratar de cambiarte. Te mando un beso
ResponderEliminar¡Pobre hombre! Ninguna de las dos lo quería tal como él era, Fiaris. Me gustó mucho la moraleja. Un abrazo.
ResponderEliminarSe veía venir. Querían modelarlo a su imagen y semejanza.
ResponderEliminarSaludos
Qué curiosa historia. Un beso
ResponderEliminarSuscribo lo que dice, Ester.
ResponderEliminarY es que además, nunca puedes de dejar de ser lo que eres, sino pues pasa lo que pasa...
Cariños, Fiaris.
Bella inspiración en estas letras, que disfrute de un buen día Saludos
ResponderEliminarYo no he necesitado dos viudas para terminar de la misma manera.
ResponderEliminarUn abrazo.
Vaya, ni un pelo de tonto...
ResponderEliminarAl final fue inteligente, se dió cuenta de que ninguna de ellas lo quería como era, trataban de cambiarlo...El amor es aceptación y respeto.
ResponderEliminarMi abrazo entrañable, Fiaris.
Lástima que se dio cuenta cuando ya estaba calvo.
ResponderEliminarAbrazos.
Muy interesante el relato, buena moraleja.
ResponderEliminarUn abrazo
Interesante relato, menos mal que se dio cuenta que había amor si no interese
ResponderEliminarUn abrazo
Buena moraleja amiga mía. Muchas veces se está ciego y no ves la realidad y más, cuando de amores se trata.
ResponderEliminarUn abrazo Fiaris.
Boa tarde. Acho que sempre podemos aprender e colocar muitas histórias em prática em nosso cotidiano, mas ainda bem que tenho poucos cabelos para serem perdidos.
ResponderEliminarExcelente moraleja!
ResponderEliminarSaludos Fiaris y gracias por pasar el mes pasado a saludar por el Cumpleblog.
Cariños.
Muchas veces es mejor quedarse como se está....
ResponderEliminarDoble moraleja nos enseña esta historia.
ResponderEliminarMil besos!
Pobre hombre... Las viudas lo quisieron gobernar y el se dejó gobernar.
ResponderEliminarUn abrazo.