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Érase una vez un leñador el cual un día se dio cuenta que no tenía su hacha. Sorprendido y con lágrimas en los ojos, se encontró cerca de su casa al vecino, quien como siempre lo hacía le saludó sonriente y amablemente.
Mientras éste entraba en su casa, el leñador de repente empezó a sospechar y pensar que tal vez hubiese sido el vecino quien le había robado el hacha. De hecho, ahora que lo pensaba bien su sonrisa parecía nerviosa, tenía una mirada extraña e incluso hubiese dicho que le temblaban las manos. Bien pensado, el vecino tenía la misma expresión que un ladrón, caminaba como un ladrón y hablaba como un ladrón.
Todo ello iba pensando el leñador, cada vez más convencido de haber encontrado al culpable del hurto, cuando de repente se dió cuenta de que sus pasos le habían llevado de nuevo al bosque donde había estado la noche anterior.
De pronto, tropezó con algo duro y cayó. Cuando miró al suelo...encontró su hacha! El leñador volvió de nuevo a su hogar con el hacha, arrepentido de sus sospechas, y cuando vio de nuevo a su vecino vio que su expresión, andar y manera de hablar eran (y habían sido en todo momento) las de siempre.”
Esta historia corta, la cual forma parte de muchas tradiciones pero al parecer tiene su origen en China, nos sirve para aprender que a veces nuestros pensamientos y sospechas nos hacen tener percepciones distorsionadas de la realidad, pudiendo llegar a malinterpretar situaciones y personas con gran facilidad. También nos enseña a no acusar a alguien gratuitamente hasta tener pruebas reales de aquello de lo que le acusamos.
Que cierto es lo que cuenta esta historia. Muchas veces nuestros pensamientos se precipitan en sospechar de alguien o en imaginar cosas que nada tienen que ver con la realidad. Un abrazo
ResponderEliminarEso me recuerda una historia de Groucho Marx. un beso
ResponderEliminarHola! Es una lección muy buena, ya que la imaginación y las suposiciones pueden hacer mucho daño. Un abrazo
ResponderEliminar¡Queda claro!
ResponderEliminarUn saludo.
Está histótia faz nos lembrar do antigo ditado popular:
ResponderEliminarAS APARÊNCIAS ENGANAM, nunca devemos apontar para alguém sem que tenhamos certeza.
Tenha uma ótima semana.
beijinhos
Buena reflexion. A veces es mas fácil echar la culpa a otros que ha nosotros mismos. Y es más fácil pre juzgar que esperar a ver que paso. Te mando un beso
ResponderEliminarUn cuentecillo con mucha enjundia.
ResponderEliminarUn abrazo.
Mucha verdad en esta historia Fiaris.
ResponderEliminarUna historia con transparencia.
Un abrazo.
Es el motivo de grandes guerras y peleas familiares, la interpretación de una palabra por parte del otro y no hablar.
ResponderEliminarSaludos
Una historia hermosa que nos invita de reflexionar.
ResponderEliminarMuchos besos.
Buena historia.
ResponderEliminarPara meditar.
Besos.
Boa tarde Fiaris. Essa história reflete a nossa realidade. Um ótima quarta-feira.
ResponderEliminarMuy buena historia. Para no precipitarnos a acusar sin fundamentos.
ResponderEliminarUn gran abrazo.
Muy cierto, buscamos culpables donde no los hay; y vemos señales que no existen.
ResponderEliminarBuen cuento...
Saludos
Así es, Fiaris, no debemos juzgar a nadie sin tener pruebas. Bonita enseñanza. Un abrazo.
ResponderEliminarQuerida amiga Fiaris, não devemos julgar nossos irmãos sem prova.
ResponderEliminarTenha um excelente fim de semana.
Beijinhos e cuide-se
Hola, Fiaris. Hacía tiempo que no pasaba por los blogs y no me había enterado que estabas enferma. Me alegro de que ya estés mejor. Cuidate mucho.
ResponderEliminarEn cuanto al cuento es una verdad como un templo. Todo lo que nos podemos inventar en un momento, sobre los demás o sobre nosotros mismos. Y todo es falso! Ojalá despertáramos y viviéramos de forma más natural, fácil y sencilla.
Un abrazo desde España
As conclusões retiradas da narrativa fazem todo o sentido e indicam-nos que devemos proceder com ponderação, sem nos precipitarmos.
ResponderEliminarAbraço amigo.
Juvenal Nunes
É sempre prematuro fazer juízos precipitados.
ResponderEliminarAbraço amigo.
Juvenal Nunes